domingo, 14 de julio de 2013


                              INTRAMUROS

Solo se oia el murmullo del coche alejándose, levantando polvo a su paso, de vuelta a la civilización, el pueblo mas cercano se hallaba a 20 kilometros. Se encontraba a unos pocos metros de dejar su mundo atrás, su pasado e incluso su nombre, solo unos metros la separaban de su futuro, un futuro que ella había decidido. Levanto la vista y lo vio, unos muros de piedra, con pequeñas ventanas, al otro lado no se oia nada, y eso le alegro, ese fue uno de los motivos de la elección de su destino. Atrás quedan malos momentos, y lo que venia a partir de ese instante dejaría todo lo negativo detrás. Ella siempre se considero alguien normal, una de esas personas nada estridentes, pero siempre hay a quien lo normal le causa extrañeza y mas en los tiempos que corren, tuvo una niñez normal, como la de cualquier otro niño o niña de su generación, su adolescencia empezó a hacerla mas diferente al resto, es cierto que en esa época no era la chica mas popular, mas bien al contrario, era solitaria, no por nada en especial sencillamente porque lo que hacían los de su edad no iba con ella, y eso en esa edad empezó ya a causarle problemas. La tachaban de rara, incluso de loca, y eso cada vez fue dejándola mas sola. Sus compañeros se mofaban de ella, por no verla nunca con un chico, o por no salir de fiesta o emborracharse como el resto pero para ella era mas importante sus estudios y su futuro y eso en lo tiempos que corren la convertían en algo extraño. Poco a poco fue convirtiéndose en el centro de todas la risas, era conocida por eso en su instituto, y ella cada vez se encerraba mas en si misma, aislándose de todo y todos para no sufrir, se evadía en miles de libros, esa era su via de escape, para vivir miles de vidas en las paginas escritas por otros, y empezó a escribir para crear nuevas vidas deseadas como propias. Empezó escribiendo un diario para después escribir algo como un diario deseado. Cada vez mas sola e incomprendida, incluso su familia no sabia como hacer para volver a recuperarla. Pero llego un dia que marcaria su existencia, uno de los chicos populares del instituto en un momento de descuido de ella cojio el diario que ella iba escribiendo y cuando ella entro al aula se encontró al chico en cuestión leyendo en voz alta su diario mientras el resto de alumnos se reian de todo lo escrito. Ese dia fue el final, salió corriendo del instituto y no paro de correr, hasta llegar extenuada a lo limites de su ciudad, allí donde las autopistas muestran nuevos destinos para empezar, pero ella no quería seguir corriendo, no quería tomar ningún autocar a ninguna parte, ella quería acabar con todo, y no quería seguir en un mundo que ella consideraba injusto y cruel. Salto una de las vayas que separaban la autopista de los campo de alrededor y se dirigió hacia un puente cercano, salto la barandilla y miro. Bajo ella cuatro carriles, con vehículos pasando, ajenos a lo que ella estaba a punto de hacer, ajenos a su sufrimiento, como tanta gente lo había estado antes, nadie pensó nunca que eso fuera a ocurrir, ni tan solo ella. Respiro hondo, cerro los ojos, en unos instantes todo habría acabado. Obligo a su cerebro a recordarle cosas bonitas, aunque le costara, pero no quería irse de este mundo recordando solo la crueldad del ser humano y esos recuerdos  no dejaban que oyera una voz, una voz que le decía que no lo hiciera, que nada es tan malo, que todo se puede solucionar, pero sin saber porque abrió los ojos, y oyo, vio a un hombre que le decía –no lo hagas--, y le ofrecia su mano, miro a ese hombre a lo ojos y acepto su mano, el la tomo entonces del brazo y ella como un zombi le siguió, y al otro lado de la barandilla ya, el la abrazo.

Aun hoy es incapaz de recordar cuanto tiempo estuvo abrazada a el, ni cuanto tiempo tardo en darse cuenta del habito que el vestia. Se quedaron allí, no sabe cuanto tiempo, horas, porque cuando llego a casa ya era noche cerrada, pero por fin ella pudo abrirse a alguien, le explico lo que la había llevado a tomar esa decisión y el, tra escucharla en silencio hablo. Hablo y le dijo que a veces el mundo no es lo que deseamos pero que desapareciendo de el no conseguimos nada. La subió a un pequeño coche aparcado en el arcen y la llevo a su casa, y antes de despedirse el le pidió que le diera un mes para poderla ayudar y que sino lo conseguia se rendiría y aceptaría su decisión. Ella acepto, se bajo del coche y subió a casa. Por supuesto no dijo nada a sus padres, ceno y se acosto.

Habían acabado las clases asi que no tuvo que pasar por la vergüenza de las mofas de sus compañeros, y esos días empezó a visitar a su nuevo amigo. El era el párroco de un barrio de su gran ciudad. Hablaban de todo tipo de temas y ella le explicaba que se encontraba fuera de este mundo, que no compartía los valores a los que mas importancia se les daba hoy en dia, que no entendía que el dinero lo pudiera todo y que las personas contaran menos que las posesiones. 

El plazo estaba llegando a su fin, y su nuevo amigo le tuvo que hacer la difícil pregunta – has tomado una decisión ya? —y ella….tras permanecer en silencio unos instantes le contesto – sigo sin desear seguir en este mundo. El cerro los ojos, y finalmente hablo – conozco un lugar, donde podras vivir, tranquila, sin nadie que te juzgue, y donde podras ayudar a que este mundo sea diferente y dedicarte a escribir para que otras personas superen lo que tu estas superando —

Que lejos parecían quedar aquellas conversaciones, y a penas hacia unos meses.

Empezó a caminar, llego a la gran puerta de madera, la golpeo con los nudillos y espero una respuesta.

La puerta se abrió lenta y ruidosamente, y apareció una religiosa, era bastante mayor que ella, ya que ella tenia apenas 20 y aquella religiosa aparentaba unos 50 ya. Se sintió repasada de arriba abajo en silencio pero entonces camino hacia ella y le dio un abrazo y le dijo – bienvenida, sabíamos de tu llegada, y sabemos que necesitas una nueva vida, dime, como deseas que te llamemos?—

Ella pensó un momento y le contesto – Esperanza – no era su nombre pero en esos momentos pensó que era lo que necesitaba, y la religiosa le dijo entonces – esta bien Esperanza, bienvenida a nuestra congregación –

La acompaño a su habitación y mientras iban de camino a ella se cruzaron con varias religiosas mas a quien presentaron, le explico el funcionamiento de su congregracion, las normas y sus horarios, también le explico que todas sabían porque ella estaba allí pero que nadie le preguntaría por su pasado, nadie hablaba del pasado allí. Ella aunque no estaba ordenada como religiosa había sido acogida por deseo del capellán que la estaba ayudando a empezar su nueva vida pero aunque no era religiosa le pedían que siguiera las normas que toda la congregación seguía, ella seria como una nueva novicia, y le explico los horarios de todo, aquel no era un convento de clausura pero estaban alejadas del pueblo mas cercano y no tenían ninguna relación con otra gente que no fueran las propias religiosas y un capellán de otra pueblo mas o menos cercano que venia varias veces por semana. Por la mañana debería levantarse a las 6, a la misma hora que ellas y realizar la tareas del convento que todas realizaban, cuidado de estancias, cuidado del pequeño huerto que las proveía de alimentos y en la horas que tocaban los rezos ella podía asistir o podía dedicarse a meditar o escribir sobre su futuro.

Llegaron a la que seria su estancia desde ese momento, era una sencilla habitación, una pequeña ventana, una pequeña cama y un sillón con una alfombra a los pies, delante de una pequeña chimenea que era el único medio de caldear todo el convento.

Tras dejar las poca y sencilla ropa que llevaba en un pequeño armario con un espejo que había en un rincón bajo a la planta baja, donde el resto de religiosas la esperaban para cenar.

Hicieron las presentaciones, bendijeron la mesa y empezaron una humilde cena. Durante la cena las religiosas hablaban entre ellas y ella aprovecho para irlas mirando a todas disimuladamente, todas, como ella, debían de tener una vida anterior a esa, y todas por algún u otro motivo habían decidido llevar esa nueva vida. Eran 25 religiosas, la mayoría mayores, cinco o seis poco mayores que ella, y de lo que estaba segura era de que ella era la mas joven de todas. Ella no había llegado allí por motivos religiosos ni por vocación  y tal vez alguna de sus nuevas compañeras llegaron allí como ella y decidieron quedarse. Ella solo llego allí con fecha de entrada pero sin idea de si algún dia volveria a su antigua vida.

Acabaron la cena y tras rezar se retiraron todas a sus estancias. Ya en su habitación se cambio de ropa y se puso un camisón blanco de algodón y se metió en su cama.

Cerro los ojos y estuvo repasando su primer dia allí hasta que el sueño la venció.

No sabia que hora era pero se despertó, tal vez el hecho de no dormir en la que había sido su cama durante los últimos años la despertó. Pero también un ruido que había oído ciertamente también ayudo a dejar su descanso. Se sento en la cama, y escucho, todo estaba en silencio, y supuso que eran los ruidos propios de un sitio tan antiguo, y a los que ella no estaba acostumbrada pero cuando se volvió a echar en la cama volvió a oir algo, como un lamento, alguna hermana se encontraría mal? Alguna hermana estaría orando a esas horas?  Permaneció a la escucha pero no volvió a oir nada mas, asi que se acosto y volvió a caer dormida al cabo de unos minutos.

Una suave llamada a su puerta la despertó, miro su reloj, las seis de la mañana, hora de levantarse. Se vistió y bajo a la planta baja, el resto de hermanas la esperaban y cuando ella llego todas se dirigieron a la capilla a orar. Ella se sento en un banco de la parte de atrás, mas que a orar, ya que no conocía las oraciones, a pensar, eso es lo que le recomendó el párroco de su ciudad, que fuera a aquel sitio para poner en orden su vida, y asi lo estaba haciendo.

Al cabo de una media hora todas se levantaron y se dirigieron al comedor, donde entre todas dispusieron el desayuno.

Tras el desayuno se dirigió cada hermana a sus faenas, el huerto, mantenimiento del convento, ordenar la pequeña biblioteca y otras a preparar en la cocina pequeños postres que después vendían en el pueblo para mantener el convento en buen estado con lo que recaudaban. Ella fue de un lado a otro ayudando en todo lo que podía o sabia.

Y asi pasaron tres días, sin que eso supusiera ninguna monotonía para ella. Las hermanas también tenían ratos para ellas, para rezar libremente, meditar, descansar en su habitación o pasear por los campos y bosques cercanos al convento, y ella en ocasiones se quedaba en su habitación escribiendo y alguna vez también salía acompañando a alguna de las hermanas casi de su edad a pasear fuera del convento y aprovechaban para recoger flores y plantas que usaban para fines curativos.

Todo era normal y sencillo en esos primeros días. Estaba consiguiendo olvidar lo malo de su pasado, lo único que la turbaba era que cada noche, como su primera noche, seguía oyendo ese lamento, pero no sabia si comentarlo con alguna otra hermana, ya que igual eran imaginaciones suyas o igual eran lamentos que las otras hermanas ya habían oído pero que respetaban a quien los hacia, como siendo solidarias con el dolor que se lo causaba.

Los días eran mas cortos, el buen tiempo tocaba a su fin, por la noche ya encendian las chimeneas para caldear la estancias, y eso en parte le daba pena porque sus paseos sola a pensar o acompañada tendrían que ser mas cortos. Había pasado otro dia, un dia mas en su nueva vida, cenaba  con el resto de hermanas y hablando con ellas, se empezaba a encontrar a gusto entre ellas, tl vez ese era su destino. En la mesa se sentaban por edades, y asi los temas de charla iban también variando de una edad a otra. Llego la hora de retirarse y todas se dirigieron a las habitaciones. Como cada noche dejo su ropa sobre el sillón y se puso su pijaa de algodón, que seria poca ropa para la temperatura ya sino fuera por la chimenea que desprendía el calor de las llamas por la habitación. Se estiro y se dispuso a dormir, y se durmió, pero como cada noche desde la primera noche, los lamentos volvieron a despertarla. Pero esa noche parecían mas duraderos y no conseguia dormirse de nuevo asi que cojio una bata y se decidió a averiguar de donde venían esos lamentos. Salió al pasillo, y permaneció en silencio. En el pasillo de su habitación solo habían dos habitaciones mas, se acerco a la puerta mas próxima a la suya y escucho. No se oia nada. Se avergonzó de lo que estaba a punto de hacer pero se agacho y miro por el hueco de la cerradura. Sus ojos tardaron unos instantes a adaptarse a la oscuridad de la habitación pero finalmente vio en su cama, dormida a una de las hermanas de mayor edad, incluso oia sus ronquidos asi que dedujo que no era ella quien emitia esos lamentos y siguió hacia la puerta siguiente. Al llegar hizo lo mismo, escucho, y no oia nada tampoco. Asi que se agacho a mirar, y cuando su vista se estaba acostumbrando aun a la oscuridad de la habitación lo oyo, el lamento, si, venia del interior. Dejo que sus ojos se adaptaran a la oscuridad, y vio a la hermana de esa habitación , era una de las jóvenes, estaba sentada en el sillón, cerca del fuego, podía distinguirla bien, no entendía porque, pero estaba desnuda, podía ver sus pechos desnudos, sentada delante del fuego. Su cabeza decansaba sobre una de las orejas del sillón,y parecía inquieta. Mientras miraba por la cerradura no entendía nada, pero entonces algo se movio, a los pies de ella, no podía ver bien lo que era, entre las sombras pero entonces una llama avivo el fuego, y vio lo que era aquello. La hermana estaba sentada desnuda en el sillón, y otra hermana joven también,  desnuda también estaba sentada en la alfombra a sus pies, siguió mirando, con miedo a lo que estaba viendo, a lo que podía descubrir pero también queriendo ver mas de aquello. Y siguió mirando. La hermana sentada en la alfombra descansaba su cabeza sobre el muslo de la otra, mientras su mano acariciaba el vientre de ella, subiendo y bajando, llegando hasta sus pechos, y bajando de nuevo hasta su vientre, y mas alla de este, llegando hasta su sexo, y ella se revolvía inquieta en el sillón, dejando ir de nuevo lamentos, aunque ahora ya sabia que no eran lamentos, mientras miraba recordó que poco conocía ella de todo eso, nunca le intereso demasiado ni tuvo tampoco con quien hablar o practicar sobre eso, solo conocía su propio cuerpo, pero lo suficiente para reconocer lo que estaba viendo, una masturbación, entre dos mujeres, los lamentos no eran lamentos, eran gemidos, de placer, y ella pensó, que no estaba bien aquello, eran religiosas, y eso no lo podían hacer las religiosas, eran dos mujeres, y aquello no era natural, entre dos mujeres, pero mientras pensaba esto ultimo, también pensó que eran dos mujeres, jóvenes, como ella, y ella sabia que aquello también era un instinto natural, en el ser humano, y no pudo evitar sentir algo que bien podría ser envidia, aparte de miedo. Pero siguió mirando, vio como se estremecía, a cada caricia, vio como su cuerpo se retorcía, de placer, y vio como seguía siendo acariciada, y a cada instante que pasaba ella tenia mas calor, al ver todo aquello, vio como la hermana de la alfombra metia la cabeza entre las piernas de la otra, y vio como se retorcía aun mas esta de placer, no podía verlo pero imaginaba lo que estaba pasando, imaginaba los labios de aquella besando el sexo de la que gemia, imaginaba su lengua, recorriendo cada rincón de su sexo, veía como presa del placer ella misma tomaba sus pechos, amasándolos, apretándolos, dejando sus pezones escapar entre sus dedos, pellizcándolos, viendo como abria mas sus piernas, dejándolas colgar en los brazos del sillón y ofreciendo como un manjar su sexo a su hermana y vio como entonces ella lamia su dedo y lo metia en su sexo mientras seguía lamiendo. No sabia que le estaba pasando, y se descubrió ella misma con su cuerpo nervioso, sus manos estaban acariciando sus pechos dentro de la bata sobre el camisón mientras era testigo de aquella visión, sentía sus pezones duros, muy duros, como nunca, y aquella situación la atormentaba, deseaba mirar mas, pero no sabia que le estaba pasando, y siguió mirando, y siguió sintiendo aquel placer como propio casi. Veía como lamian el sexo de una mujer, mientras la penetraban con los dedos y mientras quien lo hacia yacia en la alfombra acariciándose también y las do se estremecían, oyo como ahora eran dos los sonidos de lamentos, eran dos las voces de placer y se sorprendió oyendo su propia repiracion acelerada, tan acelerad que casi se convertía en un gemido, que quedo ahogado entre los gemidos de las dos hermanas cuando llegaron al final, en un extasis conjunto y ella huyo por el pasillo a su habitación.

Entro y cerro la puerta, casi en penumbra la habitación ya que no había luz eléctrica en las habitaciones y el fuego se estaba apagando, se metió en la cama y se tapo entera hasta la cabeza con la manta. No sabia que le ocurria, o mejor dicho, si que lo sabia, estaba excitada por lo que había visto, pero no sabia si aquello estaba bien, eran dos mujeres, religiosas, y ella se había excitado al verlo, era aquello antinatural? Todo aquello? Pero el calor pudo mas que tal vez la cordura, se quito la bata que aun llevaba puesta y separo sus piernas, subió su camisón bajo la manta y lentamente empezó a acariciar su cuerpo, como hacia mucho tiempo no hacia. Lo recorría con sus dos manos, lentamente, de arriba abajo, recreándose, pasando por su vientre, después de acariciar sus firmes pechos y llegando hasta su sexo, que acaricio con pasión, recordando todo lo que había visto hacia unos minutos, cada imagen, cada gemido, cada deseo que sintió mientras ella lo veía, y después de tanto tiempo acumulado, se corrió, tuvo un orgasmo como no recordaba haber tenido nunca otro antes y se durmió, con su mano entre sus piernas.

Las seis de la mañana y ya no llaman a su puerta, su cuerpo se ha acostumbrado a los horarios ya. Se viste y baja a la planta inferior y como cada dia, oraciones y desayuno pero hoy, hoy se siente extraña. No sabe si todo ha sido una pesadilla o tal vez mejor dicho un sueño o fue real. Descubre que fue real cuando su mirada se cruza con la hermana que vio por la noche sentada en el sofá, en sus ojos descubre la verdad, que todo fue real, y también descubre en sus ojos que la oyo, al otro lado de la puerta espiando. Pero aun asi su mirada no es de odio o desprecio sino que es una mirada de aceptación, cosa que la desquicia mas aun a ella.

Hoy toca visita,viene el párroco de la población mas cercano que tiene parroquia, viene para confesar a las hermanas que lo deseen, de eso se entera mientras desayunan, antes de empezar con las labores diarias y ahí le surge una duda, debe ella confesarse? Y debe ella confesar lo que hizo por la noche en su estancia y confesar que es lo que la llevo a hacer eso? El ver a dos de sus hermanas de orden entregándose al deseo y el placer? Le pregunto a la madre superiora si debía ella confesarse y ella le contesto que eso era decisión suya, que nadie esta obligado a confesar nada que no quiera pero que tal vez seria bueno para su alma. Y ella sigue sin saber que hacer, como explicar a un párroco, a un hombre todo aquello?

Despues del desayuno llego el capellán y para mayor disgusto era un hombre joven, treinta y tantos años, moreno y alto, con facciones marcadas en su rostro. Como explicar lo que quería explicar?  Disponía de toda la mañana para aclarar sus pensamientos ya que decidió ser la ultima en visitar el confesionario. Salió a pasear por los alrededores del convento ordenando sus pensamientos hasta que llega a la conclusión de que tal vez lo mejor es improvisar y asi decide hacerlo. Vuelve del paseo y llega su turno, toda las hermanas que deseaban confesarse ya han pasado y están en sus quehaceres o preparando la comida. Se dirige al capellán y se presenta y se sorprende porque todo el mundo allí parece saber de ella, y eso incluye al capellán, lo que no sabe ella es si conocen también el motivo por el que ella esta allí, pero sabe que ella es una novicia que no es tal, y tras presentarse ambos el capellán le pregunta si tiene algo que confesar. Y ella se queda muda en ese momento. Pasan unos minutos y el le dice – sino te sientes segura no tienes que decir nada—y tras pensar ella le contesto – es que no se como explicarlo – a lo que el le contesto – no debes temer, cuéntamelo como te venga a la cabeza – y ella empezó, empezó por contarle parte de su pasado, hasta llegar a su mas inminente presente, y lo hizo, le explico su experiencia nocturna, espiando, y su encuentro a solas después. E intento demostrar arrepentimiento pero ella misma le dijo que creía que no estaba arrepentida. Tras unos minutos en silencio, que para ella fueron eternos el capellán hablo y le dijo – no soy yo nadie para juzgar tus actos, no hiciste daño a nadie, aunque no este bien eso de espiar pero mas alla de eso, tu, novicia, no eres tal novicia, no perteneces en si a la congregación asi que no debes sentirte culpable de según que actos tuyos aunque haya gente que pueda pensar que sean impuros, pero yo, soy joven, y entiendo que eres joven, yo también fui joven no hace tanto tiempo, y puedo entenderte mejor, y respecto a lo que viste, debo decirte que en tu mismo caso de novicia se encuentran aquí otras como tu. Y solo tu has de descubrir lo que deseas y lo que quieres ser –

Esas palabras la tranquilizaron en principio, pero después de despedirse del capellán le estuvo dando vueltas. Que quería decir eso de descubrir lo que desea y lo que quiere ser? Se refería a si ella quería ser para siempre una novicia o se refería a si algún dia volvia a su pasado seria convertida en lesbiana tras haber pasado por un convento? Aquello era una locura.

Era viernes y los viernes como en todos sitios y allí en el convento también todo lleva un ritmo mas tranquilo. Decidió darse una ducha pues asi como otros días mas que ese había trabajado y sudado mas ese dia en especial se sentía mas sucia pero por otros motivos. Fue a su habitación a buscar sus enseres de aseo,  poca cosa, un gel para su cuerpo y otro para el cabello que hacían ellas mismas con flores y su toalla, que estaba gastada ya de tanto uso y se dirigió a las duchas. Las duchas se encontraban en la planta inferior a la baja, y era una de las ultimas cosas que habían podido renovar o mejor dicho, añadir al convento ya que antes no habían duchas, gracias a los pequeños ingresos que conseguían con la venta de los productos caseros de repostería. Eran seis las duchas que habían, con puertas de aluminio en lugar de las clásicas con mamparas transparentes, lógico siendo un convento el lugar donde se encontraban. Llego y había alguien mas duchándose entro en una de las duchas, que eran anchas por dentro para poder desvestirse y dejar la ropa encima de un pequeño banco y se desnudo y abrió el agua caliente. Se puso bajo el chorro y dejo caer el agua por su cabello y su cuerpo, empezó a enjabonarse el cuerpo, y al hacerlo extendiendo el gel por su cuerpo no pudo evitar recordar lo que vio la noche anterior mirando por la cerradura de una puerta y el efecto que tuvo eso en si misma y lo que acabo haciendo presa de esa visión. Intento sacar de sus pensamientos esas imágenes aunque ella sabia que le gusto lo que vio. Estaba de espaldas a la puerta, dejando caer el agua por su cuerpo desnudo cuando oyo que la hermana compañera de ducha había acabado y cerraba el agua, no sabia quien debía de ser aunque casi seguro no seria alguna de las hermanas mayores ya que todo sea dicho no eran muy amigas del agua. Esperanza siguió duchadose y entonces se dio la vuelta y vio que no había cerrado su puerta al entrar pero tampoco le preocupo y siguió duchándose, enjabono su cabello con el champu que hacían con miel de abejas del convento y se puso de nuevo bajo el chorro para enjuagarlo de nuevo y fue entonces cuando vio a alguien en el pasillo de las duchas, mirándola, y era ella, era la hermana que vio la noche anterior sentada en el sillón, la miro, abrió la puerta un poco y le dijo – perdona, no quería asustarte, tienes un pelo muy bonito – y Esperanza entre balbuceos le contesto – no pasa nada – y entonces la otra hermana entro a su ducha y le dijo,  -- mira, tienes espuma en el pelo, dejame que te lo aclare --  Esperanza estaba muda pero dijo que si con un movimiento de cabeza. Y la otra hermana dejo en el taburete la toalla que envolvía su cuerpo y se quedo denuda como ella,  y se le acerco, Esperanza se dio la vuelta, de espaldas a ella, con pudor, escondiendo lo que pudiera de su cuerpo y para no ver los ojos de la hermana que había en su ducha que no era otra que la que había visto la noche anterior teniendo un orgasmo mientras otra hermana la masturbaba y lamia su sexo. Empezó a enjuagarle la cabeza, haciéndole un masaje a su vez en la cabeza, las dos estaban casi bajo el chorro de agua, los pechos de ella en ocasiones tocaban la espalda de Esperanza  y poco a poco las manos que masajeaban el cabello pasaron a sus hombros, a su espalda y a sus glúteos, Esperanza no sabia que hacer, huiría pero por otra parte se quedaría allí para siempre, bajo aquel chorro de agua, sintiendo su cuerpo mas caliente que el agua, las manos acariciaban sus nalgas, y Esperanza apoyo sus manos abiertas contra la pared y la hermana que la acariciaba separo con sus pies las piernas de Esperanza y los dedos que rozaban sus nalgas bajaron entre ellas, llegando hasta el sexo de Esperanza y ella respondio arqueando su espalda al sentir esos dedos, jugando en su clitoris y poco a poco entrando en ella su respiración se aceleraba por momentos y oia también la de la hermana acelerarse al proporcionarle ese placer con sus dedos y entonces le cojio una de las manos que tenia apoyada en la pared y la puso en su sexo, y guiando sus dedos la hizo que la masturbara, frotando su clítoris primero mientras ella le hacia lo mismo para después guiarlos hasta dentro de su sexo también, las dos jadeaban de placer y entonces la boca de la hermana busco la boca de Eperanza, y se besaron, sus lenguas volaban locas, mojadas y calientes, como sus cuerpos, y entonces la hermana le dio la vuelta, y la puso con la espalda en la pared, la miro a los ojos y empezó a lamer y mordisquear los pechos y pezones de Esperanza, Esperanza se desesperaba, de placer y ya no pudo mas, y tomo la iniciativa y empezó ella a lamer los pechos de la hermana, a morder sus pezones con cuidadoso deseo y entonces la hermana le dijo – ven, agáchate ante mi – y Esperanza lo hizo, y entonces la hermana separo los labios de su sexo y le dijo – come de mi – y Esperanza obedeció y empezó a lamer el sexo de la hermana que subió una pierna al taburete y Esperanza lo degusto, su sexo, saboreándolo mientras ella misma en cuclillas acariciaba el suyo entregada al placer de las dos, la hermana apretaba su sexo contra la boca y la lengua de Esperanza, cogiendo también su cabeza para apretar mas aun, las dos gemían de placer y entonces la hermana le dice a Eesperanza – ven , siéntate aquí, ahora disfrutaras en tus carnes lo que ayer disfrutaste solo viéndolo – y la sento en el taburete y separo sus piernas para lamer su sexo, y lo hizo, volviéndola loca de placer, Esperanza casi gritaba, de placer, deseando llegar a ese extasis que solo pudo ver la noche anterior, y que consiguió después ella sola recordando una visión como la que ahora protagonizaba ella. Y lo hizo, llego, se corrió, mientras la hermana no dejaba de lamer su sexo, y ella también se corrió, mientras lo lamia y se acariciaba. Las dos se abrazaron, en el suelo, bajo el chorro de la ducha, hasta que recuperaron la respiración, después de tanto placer. Y después la hermana se levanto y se fue solo con la toalla y Esperanza se quedo recuperándose aun de su placer. Se vistió, y subió a su habitación, y no bajo hasta la hora de la cena. No sabia si podría mirar a la cara a las otras hermanas pero cuando bajo al comedor nadie presto una especial atención a ella y eso la ayudo a sentarse. Mientras cenaba, la hermana con la que horas antes había mantenido relaciones en las duchas le hablo, y para tranquilidad de Esperanza todo parecía normal y eso la ayudo a sacar de sus pensamientos todo lo que acaba de vivir en los dos últimos días. Después de cenar se retiro a su habitación y por primera vez durmió toda la noche de un tiron sin despertarse por nada ni para nada. Sus ultimas experiencias la habían dejado rendida.

Amanecio el sábado, era un dia normal menos en que los fines de semana solo se dedicaban a la oración pero no a los quehaceres del convento, ni del huerto ni los trabajos de la preparación de los postres caseros en la cocina.

Despues de las oraciones al alba y de desayunar las hermanas se dispersaron cada una a lo que le apeteciera hacer. Esperanza s dirigía a su habitación cuando oyo que alguien llamaba en la puerta principal del convento. Se dirigió hacia allí y abrió el gran porton, y allí estaba el capellán. Se quedo parada ya que no esperaba encontrárselo a el, era sábado y no esperaban su visita hasta mediada la semana. Lo hizo pasar y se saludaron. Y fue el quien le explico que no tenia pensado pasarse en sábado por el convento pero que no tenia mas misas que celebrar por la zona y decidió pasarse a probar uno de esos postres caseros tan famosos por la comarca. Esperanza lo acompaño a la cocina y le preparo un tazon de café mientras una de las hermanas mas mayores le servia en un plato unos cuantos de esos pastelitos. Estuvieron un rato charlando allí mismo en la cocina. Despues de acabarse el desayuno el capellán y Esperanza salieron de la cocina, y el, mirándola le dijo – Has aclarado tus ideas?—  Ella permaneció en silencio, sin saber que contestar pero finalmente le dijo – si, tengo claro que quiero volver a vivir, lo que paso aquella tarde me viene a la cabeza como un recuerdo lejano, como algo que no me hubiera ocurrido a mi, de hecho, en algún momento lo he pensado y no llego a comprender como estuve a punto de acabar con mi vida—

El capellán la miro, y le dijo – Me alegra oir eso, y es bueno que te suene como algo ajeno a ti, es una buena señal, y ahora estoy seguro de que no volverá a pasar. Si quieres antes de que llegue el frio invierno podrías volver con los tuyos, seguro que estarán encantados de volver a tenerte a su lado—

Esperanza entonces sintió añoranza de sus padres, pero sin tristeza y decidió que si, que lo haría asi, se sentía una persona nueva, con fuerzas, muy diferente a la chica que entro en aquel convento no hacia tanto tiempo, y quien sabe, tal vez tanto el tiempo que había pasado reflexionando sobre su vida había sido igual de importante que las experiencias que había tenido allí.

Siguieron caminando, por el interior del convento, hasta llegar a la capilla, y el capellán le dijo a Esperanza, -- Tienes algo mas que decirme, no se, lo que quieras, o quieres confesarte tal vez?—

Ella pensó, pero no se le ocurria nada, ni que confesar ni que decir.

--- Te sere sincero, me refiero a si has vuelto a “espiar” a alguna de tus hermanas, a si has descubierto algo sobre ti que tal vez desconocías? Si quieres puedes contármelo a mi.

El capellán se sento en el confesionario, pero sin cerrar ni la cortinilla ni la trabajada puerta de madera y Esperanza, en silencio, se sento delante en un pequeño banco de la capilla.

Ella estaba incomoda, ante la ultima pregunta de el pero sabia que hablar podía ayudarla, a aclarar todo lo que no dejaba de bailar dentro de su cabeza aunque ella se esforzara en evitar esos pensamientos.

Tras unos minutos en silencio, de los que Esperanza no sabia como escapar hablo el capellán.

--- No quiero que te sientas incomoda, no tienes porque contarme nada sino quieres, solo pretendía ayudarte.

Esperanza, mirando al suelo del confesionario y a los zapatos del capellán finalmente consiguió articular palabra.

--- Padre, si, quiero hablar, pero no se como hacerlo, no consigo ordenar mis pensamientos. No, no he vuelto a espiar a ninguna de las hermanas, pero, creame, he hecho algo peor tal vez

--- Peor, que quieres decir ? – dijo el.

--- Padre, el otro dia, en las duchas, no se como decirle esto, el otro dia, el otro dia, tuve relaciones intimas con una de la hermanas, una de las que como yo no son novicias de verdad. Que puedo hacer? No se que me paso.

El capellán estaba mudo, y cuando recupero el habla le dijo a Esperaza, -- Quieres hablar de ello?—

A Esperanza le costo encontrar las palabras con las que empezar, pero finalmente las hayo, y lo explico todo tal y como fue. Al acabar de explicarlo todo volvió a reinar el silencio.

--- Padre, no se ni quien soy, no se que soy, padre, soy lesbiana?

El capellán la miro, y le dijo, -- Esperanza, antes de unirte a esta congregación, no estuviste con ningún chico?

Esperanza lo miro, avergonzada, y le dijo – no padre, nunca, antes de entrar aquí, antes, el sexo no me interesaba. Y no, nunca estuve con un chico, ni tan solo he visto un hombre desnudo, mas que en alguna película o libro, pero no, nunca lo he visto ante mi.

El capellán la miraba, mezcla de incredulidad y alucinación, extrañado por lo que le acababa de decir ella, y tal vez incluso nervioso.

--- No Esperanza, no tiene porque ser que seas lesbiana, tal vez probaste algo, como algo nuevo, pero no quiere decir que no puedas encontrar un hombre que desees – dijo el capellán.

--- Quiero que sepas que nunca antes había hablado de algo referente a sexo con ninguna otra hermana o novicia , no soy mucho mas mayor que tu, y hacia muchos años que no me encontraba nervioso como lo estoy ahora –

Un silencio atronador se adueño de la capilla

Esperanza miraba al capellán, sin saber que decir, y entonces el se movio, sentado dentro del confesionario, subió hasta su cintura la sotana, y Esperanza descubrió que no llevaba pantalón debajo de ella. Solo un slip negro, bajo el cual se marcaba lo que escondia. Esperanza miraba, sin saber que decir, pasando su mirada de los ojos del capellán a su slip, nunca ha vivido una situación asi, y entonces el capellán, empezó a pasar su mano sobre el slip, frotando su sexo mientras ella seguía mirando. Esperanza casi podía oir su propia respiración, acelerada, muy acelerada, y también la del capellán, mientras no dejaba de acariciarse, mirándola a ella a los ojos. Y entonces saco su sexo de dentro del slip, Esperanza sin saber porque suspiro, y se avergonzó de mostrar su sorpresa al ver el sexo del capellán, eran grande, se veía duro y mojado en su punta, y el capellán no dejaba de acariciarlo para después empezar a mover su mano, con su sexo cojido en ella, masturbándose ante ella.

--- Ven, arrodíllate – le dijo el capellán.

Y ella, como hipnotizada lo hizo, se levanto de su banco frente al confesionario y se arrodillo, ante el, casi metida en el pequeño confesionario.

El no dejaba de masturbarse, mirándola, mientras el la miraba a lo ojos, y ella no podía dejar de mirar tampoco, a sus ojos y a su sexo, parecía tan duro.

--- Ven, chúpamela, metela en tu boca –

Y ella, como sin tener voluntad propia lo hizo.

El libero de su mano su sexo, y ella, lo miraba, miraba ese sexo, tan duro y mojado, tan cerca de ella, tan cerca de su boca. Y entonces lentamente, muy lentamente empezó a hacerlo, con miedo, sin saber lo que estaba haciendo y sin saber como hacerlo. Metio su sexo en su boca, lentamente, muy lentamente, profundo, lo fue metiendo entero hasta que sentía que no podía meterlo mas adentro, y de la misma manera empezó a sacarlo de su boca, lentamente, muy lentamente, notaba el sabor salado que manaba de su sexo en su boca, lo degustaba, mientras repetía la operación una y otra vez, metiendo y sacando su sexo lentamente de su boca, y a cada instante que pasaba le gustaba mas tener ese sabor en su boca, hasta el punto de que cuando lo volvió a sacar de su boca empezó a lamerlo, a lamer su sexo, desde la punta hasta su testículos, una y otra vez, una y otra vez. Empezo a desear mas, y el capellán volvió a empuñar su sexo en su mano y a volver a masturbarse, pero esta vez contra la lengua de Esperanza, a masturbarse mientras ella recogía con su lengua las gotas que caian de su sexo, sin desperdidiciar ni una gota, lamiéndolas toda, engulléndolas todas, saboreándolas. Y entonces le llego un olor familiar, el olor de su sexo, y descubrió que estaba mojando sus bragas blancas, mientras chupaba y chupaba, y eso, la hizo sonreir por su adentros, no era lesbiana, solo era una mujer joven, que disfruto con otra mujer, pero que estaba disfrutando con un hombre ahora, y como estaba difrutando. De repente el capellán se levanto, con su verga tensa, la cojio y la llevo contra los bancos de la capilla, con fuerza le dio la vuelta y la puso de espaldas a el, con sus pies separo las piernas de ella, con fuerza, le subió la bata blanca que llevaba a modo de habito como el resto de las hermanas de la orden, Esperanza no sabia que iba a hacerle, y entonces con fuerza le bajo las bragas, y ella sintió un estremecimiento en sus entrañas, pero no de temor, sino de deseo, se las bajo y se las dejo por las rodillas, se sentía indefensa, indefensa pero encendida, muy encendida, y se giro, para ver al capellán, le vio lo ojos encendidos, encendidos en lujuria, y eso le hizo sentir mas aun como tenia la entrepierna de empapada, sentía como chorreaba flujo de su sexo, sentía como bajaba ese flujo caliente por entre sus piernas, y miro al capellán, de nuevo, para no dejar de sentir ese calor que sentía, y lo vio, lo vio como cojia su sexo, en su mano y como lo acercaba a ella, y de golpe, lo sintió, dentro de si, lo sintió entrando, lentamente, abriéndose camino, dentro de ella, lo sintió, latiendo, bombeando dentro de ella, sentía su sexo, embistiendo dentro de ella, oia su respiración propia, oia los gemidos escapándose de sus bocas, y en ese instante volvió su rostro, buscando el de el, mientras seguía embistiendo, y su lengua buscaba la de el, y le encontró, sus lenguas humedas revoloteaban, se lamian, mientras el no dejaba de embestir, y ella se sentía en el cielo, pero sin saber que quería mas aun, y se descubrió acariciando su clítoris, mientras el seguía empujando, los gemidos y jadeos resonaban en la capilla, y eso la excitaba mas aun, y empezó a moverse, a mover su cuerpo contra el, empujando fuerte contra su verga, para sentirla mas dentro de si aun, sentía caso dolor pero eso aun le daba mas placer, la sentía toda dentro, y sus dedos volaban sobre su clítoris, y noto que no había vuelta atrás, el instante había llegado, y el de el también, dio sus ultimas embestidas como el toro a punto de morir de la estocada y se dejo ir, como Esperanza, se dejaron ir los dos, y ella sintió por primera vez como inundaba un hombre su sexo, y no dejaron de moverse hasta que el quedo seco  y se dejaron caer sobre el banco, cuando recobro las fuerzas el capellán no estaba en la capilla ya. Se arreglo las bragas y la bata y oyo las campanadas, era ya la hora de comer. Sin poderse acercar a su habitación ni para cambiarse las bragas se dirigió al comedor, acalorada aun, mojada aun, y se sento con el resto de hermanas. Mientras comia sin hablar apenas oyo a las hermanas decir que el capellán se encontraba indipuesto y que había tenido que ausentarse. Hasta ese momento no se había dado cuenta de su ausencia. Despues de comer se retiro a su habitación a descansar y a asearse un poco, y al lavar su sexo en un pequeña vasija en su habitación no pudo evitar recordar su nueva experiencia, parecía una locura, sus primeras experiencias en su vida y habían sido en un convento, y volvió a excitarse. La tarde fue tranquila y esa noche, como la primera que tuvo su primer encuentro con una mujer durmió de un tiron, y se durmió excitada de nuevo al recordarlo todo.

 

Domingo, tras el desayuno y las oraciones Esperanza hablo con la superiora del convento, para decirle que estaba lista para regresar a su antigua vida, que estaría una semana mas y que emprendería su regreso, tenia que afrontarlo ya, y la madre superiora le dijo que la entendía, y que estaba de acuerdo, y que la veía cambiada y preparada para volver.

Ese domingo no vino el capellán, por lo visto oyo decir que seguía indispuesto aunque ella creía que mas bien estaba avergonzado, por lo que había ocurrido, y eso le hacia sentir mal y deseo con todas sus fuerzas que el capellán no se sintiera culpable y lo superara ya que para ella, haberlo conocido le había significado una liberación en muchos sentidos.

Fue un domingo diferente, incluso aburrido para ella. Un final extraño para una semana mas extraña aun.

Su ultima semana empezó igual que la primera que estuvo allí, pero con una mezcla de tristeza, por dejar aquella vida, temor, por no saber que le esperaba a su regreso, y de despedidas, de todo, se dedico a visitar cada rincón del convento, quería llevarse el recuerdo de todo para que esos recuerdos la ayudaran si llegaban malos momentos en su regreso.

A media semana por la tarde decidió ir hasta la ermita que había monte arriba, salió al poco rato de comer, pues el dia ya se hacia mas corto y quería tener tiempo suficiente para poder disfrutar de las vistas desde arriba de la montaña.

Salio del convento y emprendió el sendero que lo rodeaba y llevaba a la ermita. La tarde era tranquila y la temperatura agobiante del verano había cesado ya y era agradable ahora. El camino no era empinado, se hacia como un paseo sin esfuerzo, y los colores del fin del verano la acompañaban a su paso, en media hora llego a la fuente que estaba a medio camino y aprovecho para beber y llenar la botella con el agua fresca que manaba de ella. Siguio caminando y en media hora mas llego a la ermita. Entro abriendo la vieja puerta de madera y el silencio que reinaba en su interior la transporto a otro lugar, la llevo al centro de sus pensamientos. Se sento en un banco, y disfruto del silencio, aprovechando para ordenar sus pensamientos, dentro de poco,  a su regreso le seria difícil encontrar un silencio asi dentro de la gran ciudad, y con los ojos cerrados descanso meditando en su futuro. Tras unos minutos se levanto, y paseo por la vieja ermita, era sencilla, apenas unos bancos y un viejo crucifijo de madera vieja y roída pero eso precisamente era lo que lo hacia especial, su sencillez. Salio de la ermita, cerrando la puerta por ultima vez, y decidió subir hasta la cima, que no quedaba lejos de allí para poder ver las vistas del valle que había sido su hogar durante una época. Un hogar especial. El camino final hasta la cima pedia un poco mas de esfuerzo y pensó con lastima que podía haberla acompañado alguna de las hermanas para haber compartido esa ultima excursión aunque por otra parte asi podía pensar en sus cosas y además algunas de las hermanas ya no estaban para muchos trotes.

Llego, y las vistas eran espectaculares. A lo lejos se veian pueblecitos pequeños, muy lejos, ni sabia que pueblos eran, no había salido del convento mas que para subir a la montaña, algunos no parecían ni habitados, eran cuatro casas, en las que posiblemente no vivía nadie ya, se veian bosques y laderas, bosques en los que empezaban a nacer los colores amarillos y naranjas anunciando la llegada del otoño, en contraste con las laderas, verdes junto al rio que cruzaba el valle. Se sento y aprovecho para beber del agua que había cogido de la fuente y comer algo que llevaba en su pequeña mochila que le había dado una de las hermanas encargada de la cocina. Disfruto mucho de ese rato a solas, solo mirando mientras comia en silencio recuperando fuerzas. El sol no molestaba a los ojos ya, y eso era porque empezaba a emprender su camino hacia el ocaso, y eso la hizo pensar que ella debía hacer lo mismo asi que se levanto, dio una ultima mirada a todo el paisaje que dominaba desde la cima mas alta y con un – Adios – silencioso emprendió el camino de regreso. La bajada no obligaba al esfuerzo de la subida pero obligaba a vigilar de no resbalar y caer al pisar alguna de las piedras sueltas que habían por el sendero. Llego a la altura de la ermita, la paso de largo, y cuando estaba a punto de dejar a sus espaldas la esplanada que había delante de la ermita se volvió para dar una ultima mirada, y siguió su camino.

El cielo se iba nublando, oscuros nubarrones iban inundando el cielo y decidió darse un poco mas de prisa ya que no quería llegar empapada al convento pero un minuto después un fuerte trueno la sobresalto. Tras ese trueno, cayo otro rayo, y otro fuerte trueno, y otro mas, y otro mas, y eso ya dio paso a una lluvia, primero fina pero que poco a poco se convirtió en grandes gotarrones que caian con fuerza mientras lo que era una brisa hasta ahora se volvia también en un fuerte viento. Se paro junto a un árbol a pensar, estaba oscureciendo, eso no entraba en sus planes. Fue entonces cuando le pareció ver algo brillar en el bosque, y sin saber que hacer dejo el camino y se acerco a ver lo que era. A pocos metros apareció ante ella una cabaña, donde por uno de los porticones de madera se filtraba un hilo de luz. Busco la puerta y golpeo con los nudillos de su mano y oyo a alguien desde el interior abrirla. Entro a la cabaña, que estaba alumbrada por un fuego vivo en la chimenea y la puerta se cerro. Quien le había abierto la puerta a saludo, y le dijo que era pastor, era un hombre joven, curtido por el sol y el frio, y le conto que aquella era una cabaña que usaban los antiguos pastores de la zona para ocasiones asi aunque en la actualidad prácticamente el era el único que la usaba casi. Ella le conto que había salido de excursión, porque el dia acompañaba a hacerlo y que no esperaba que el tiempo se volviera de repente asi. El pastor le conto que en esa época del año pasaban estos cambios de tiempo a menudo.

Esperanza le dijo su nombre al presentarse pero no le dijo que venia del convento, y no sabia porque no lo había dicho pero continuaron hablando sin que ella se lo dijera. Pablo era el nombre del pastor y le ofreció acercarse al fuego para entrar en calor y ella lo hizo y se acerco. Fue entonces cuando se dio cuenta, junto al fuego de que estaba empapada, habían sido pocos minutos bajo la lluvia pero la había calado hasta los huesos. Fue entonces cuando Esperanza se dio cuenta también de que el pastor iba envuelto en una manta vieja y le ofreció una manta a ella diciéndole – si quieres puedes quitarte tus ropas para ponerlas junto al fuego a secar y envolverte con esta manta – vio entonces Esperanza que la ropa de el también estaba junto al fuego. Tomo la manta y se alejo un poco del fuego, y de espaldas a el fue desnudándose, se quito los pantalones que llevaba y una camisa de cuadros y el sujetador y se quedo solo con su bragas blancas y se envolvió en la manta vieja. Se acerco al fuego, y Pablo estaba sentado junto al fuego sobre otra vieja manta, y ella se sento también, cerca del fuego sobre la manta después de extender su ropa para secarla al fuego. Estuvieron hablando de la región, y Esperanza le estuvo contando su excursión. El pastor le ofreció entonces un vaso metalico con un caldo que había estado calentando al fuego. No tenia mucho condimento pero la verdad es que entraba bien, apetecia algo caliente con la temperatura que había afuera en eso momento y con la lluvia que seguía cayendo, seguía tronando y el cielo estaba muy negro. Esperanza bebió de su vaso y al beber la manta resbalo de sus pechos, dejándolos desnudos pero al estar bebiendo no quiso tirarse todo el caldo por encima y siguió bebiendo. Entonces el pastor se levanto, Esperanza no sabia si porque no había visto sus pechos desnudos o porque los había visto y le daba vergüenza la situación, y entonces pensó que cuando el estuviera de espaldas fuera donde fuera ella se cubriría los pechos pero en ese momento que el pastor se levanto para acercarse a la mesa el dejo caer su manta al suelo al levantarse, y fue hacia la mesa completamente desnudo, y entonces, Esperanza, sin saber porque decidió no tapar sus pechos. Pablo se volvió a sentar, desnudo sobre la manta frente al fuego, y le paso unas galletas a Esperanza, que había sacado de su zurron de piel.

Un trueno ensordecedor resonó en la cabaña y Esperanza se sobresalto y su manta le cayo hasta los muslos y los dos rieron del susto de ella.

Esperanza no sabia porque pero aquella situación, tan extraña para ella, no la hacia sentir incomoda, ella, que hasta hace poco no había visto nunca a un hombre en vivo desnudo ante ella y en estos momentos no se sentía nada incomoda, es mas, no sabia como definirlo pero se encontraba a gusto, muy a gusto.

Pablo se levanto, desnudo, a mirar por la ventana cerrada de madera, y le dijo que seguía lloviendo fuerte, y era cierto, se oia la lluvia caer con fuerza sobre el antiguo tejado de la cabaña.

Esperanza se descubrió mirando el cuerpo del pastor, mientras el estaba de pie mirando por la ventana, miro sus hombro, su espalda, sus brazos, y miro su culo, y se sintió avergonzada al hacerlo, pero, con ganas de seguir mirando, y lo hizo, miro su culo y miro su sexo desnudo y al hacerlo tuvo una sensación de calidez dentro de sus bragas. Sus bragas mojadas por la lluvia se estaban mojando ahora por dentro, lo sentía, y adoraba esa sensación, y siguió mirando al pastor desnudo.

Pablo se acerco a atiar al fuego que mantenía el calor de la cabaña, se arrodillo delante del fuego para remover las brasas y añadir mas leña y Esperanza abrió su manta dejándola caer a su lado y desnuda observaba la espalda del pastor, sintiendo como cada vez mas sus bragas estaban mas mojadas.

En ese instante Esperanza se incorporo, se puso de rodillas detrás del pastor, y empezó a pasar sus manos por sus hombros. No sabia que estaba haciendo, de hecho no sabia ni como hacerlo, solo se dejaba llevar, por sus impulsos. Pablo no se movia, delante del fuego y ella seguía acariciándolo, sus manos recorrían sus hombros y subían y bajaban por su fuerte espalda. Era la primera vez en su vida que acariciaba a un hombre, y lo hacia recorriendo cada centímetro de su piel, acariciándolo desde su cabello hasta su culo, lentamente. Su mano paso a su vientre, y acaricio el vello de su pecho, las yemas de sus dedos acariciaban sus pezones, sin que el se moviera, sin que moviera un solo musculo de su cuerpo mientras permanecia de rodillas de espaldas a ella y de cara al fuego. La mano de Esperanza bajo del pecho a su vientre, pasando su dedo por su ombligo, y a cada segundo que pasaba Esperanza notaba  cada vez mas como se mojaban sus bragas, se sentía cada vez mas excitada, esa sensación nueva para ella era una sensación que la hacia sentirse embriagada, poseída, y quería mas. Su mano bajo hasta tocar el sexo de Pablo, su mano se mojo, de las gotas que colmaban su verga, acaricio su punta, pasando su dedo pulgar por ella, mojando su dedo y esparciendo su flujo por todo lo largo de su verga. Bajo a sus testículo, y los acaricio y apretó en su mano, cada vez mas excitada y entonces tomo su sexo en su mano y empezó a masturbarlo. El pastor gemia de placer, sin mover su pose, y ella detrás de su espalda seguía masturbándolo. Esperanza estaba tan excitada que paso su mano entre sus piernas, y sobre la bragas empezó a acariciar su clítoris mientras seguía masturbándolo a el. Los dos gemían, de placer, frente al fuego, el pastor paso una mano por su costado y metiéndola entre los cuerpos de los dos busco el sexo de ella, ella al notarlo separo sus bragas mientras seguía frotando su clítoris y el encontró su sexo, empapado, y su dedo penetro su sexo mientras ella seguía masturbandolo y frotandando su clítoris a la vez. El giro su rostro y ella busco su boca, los dos se besaron, sus lenguas se fundieron, en una, mientras las manos de los dos estaban empapadas de sus flujos. Fuera seguía lloviendo, tronando y hacia frio pero dentro sus cuerpos estaban empapados, de sus flujos y de su sudor. Esperanza dejo de masturbar al pastor para lamer su mano, saboreando el sabor de su sexo. El se volvió, la empujo de espaldas al suelo y abrió sus piernas y hundió su cara en su sexo, empezó a lamerla, a beber de su sexo, oia el ruido de su lengua y su boca en su sexo inundado de su flujo, notaba su lengua chupando su clítoris y notaba como sus dedos también la penetraban a la vez, uno en su sexo y otro jugando en su culo, abriéndolo lentamente, su culo virgen aun. Esperanza jadeaba, le faltaba el aire, notaba el empuje de los dedos del pastor dentro de su sexo mientras lo lamia a la vez y se estaba volviendo loca.

Esperanza oyo un ruido, detrás de ellos, y en la cabaña, dentro, había otro hombre, debía de ser otro pastor, un hombre joven y mojado de arriba abajo, la lluvia también le habría sorprendido. Esperanza, lejos de asustarse seguía como fuera de su cuerpo, gozando, viviendo cada instante como si lo que estaba viviendo lo estuviera viendo en una televisión.

Esperanza seguía tumbada, boca arriba pero deseaba ver como Pablo lamia su sexo, levanto su cabeza para verlo, y lo vio, vio su lengua, recorriendo lentamente su clítoris, vio como lo succionaba entre sus labios, vio como lo mordía suavemente entre sus dientes blancos y veía a la vez como movia su mano penetrando con su dedo profundo y fuerte su sexo.

Esperanza recordó al visitante y se volvió, buscándolo con la mirada, y lo encontró, desnudo, sentado en una silla, mirándolos, masturbándose mientras los miraba y eso excito mas aun a Esperanza. Los miraba, con envidia, con deseo, los estaba viendo gozar y el buscaba su propio placer. Esperanza cogió sus pechos, con sus manos, mientras lamian su sexo, y mientras veía a otro hombre masturbándose ante ella. Y sin saber como, presa del deseo su lengua busco sus pechos, sus pezones, y empezó a lamerlos, excitada, se sentía sucia, excitada, y quería mas. Esperanza miro al otro hombre mientras se lamia sus pezones, provocativamente, y el otro hombre se levanto de la silla, y se acerco a ellos, se puso a su lado y empezó a masturbarse cerca de ella, muy cerca, dejando que gotas de su sexo cayeran sobre sus pechos y ella las recogía de ellos con su lengua, hasta que no pudo mas y busco la verga con su lengua y su boca. El se dejo hacer y ella la metió entera en su boca y empezó a masturbarlo con su boca mientras su lengua daba vueltas a su sexo en su boca a la vez. El gemia de gusto.

Pablo le dio la vuelta, la puso a cuatro patas y ella lo miro, vio como cogía su sexo en su mano y lo empuñaba para metérselo en su sexo. Y lo hizo, se lo metió, lentamente, muy lentamente, pero profundo, muy profundo, hasta sus entrañas, dándole tanto placer que para poder seguir viviendo ella necesitaba chupar la verga del visitante, y asi lo hizo, siguió chupando y lamiendo. Mientras chupaba y la penetraban ella frotaba su clítoris con pasión buscando mas placer aun.

Pablo saco su verga y se tumbo de espaldas al suelo y la cojio y la puso sobre el, abierta de piernas y ella cojio de nuevo su verga y se la metió en su sexo, se sento sobre su verga, sintendola entera dentro de ella, Esperanza se movia, lentamente, cabalgando sobre el, sintiendo cada rincón de su sexo lleno con la dura verga del pastor. Esperanza se inclino, pasando sus pechos sobre la boca de Pablo, que los lamia y chupaba sus pezones. Y a cada lamida el pastor empujaba mas fuerte su verga. Mientras ella seguía sobre Pablo el otro pastor se puso detra de ella, y ella se volvió para mirarlo, el empuñaba su miembro moviéndolo y haciendo brotar de el su flujo, se agacho y empezó a lamer su culo, metiendo su lengua en el, y jugando con su dedo en su culo virgen. Esperanza esta cada vez mas excitada, ella que hasta hacia muy poco no había tenido ninguna relación intima estaba ahora con dos hombres a la vez solo para ella, para su placer y para darles placer a ellos. Siguió mirando, como lamia su culo y metia su dedo en el y el pastor entonces se incorporo, cogió su verga de nuevo y la miro, acercando su verga a su culo, acercándola mas y mas, y empezó a pasarla entre sus nalgas, mojándolas, y mojando su culo también, preparándolo para lo que venia a continuación. Mientras uno seguía embistiendo su sexo el otro abrió con una de sus manos sus nalgas mientras que en la otra mano empuñaba su verga y empezó a metérsela por el culo, empezó a penetrarla mientras ella miraba como lo hacia. Lentamente su verga fue abriendo su culo, lo fue desflorando, desvirgando, hasta que estuvo toda dentro. Esperanza sentía una mezcla de dolor y placer, aunque con el deseo que sentía dentro ese dolor fue desapareciendo sustituido por el morbo, de lo prohibido, de lo sucio, y dejo solo paso al doble de placer, con su doble penetración. Sentía las dos vergas, de sus dos hombres, chocando dentro de ella. Los sentía en su sexo y su culo a la vez, creía que iba a perder el sentido de tanto placer como sentía, placer y morbo. A cada embestida de ellos contestaba ella apretando mas su cuerpo, cada musculo interno de su sexo y su culo y moviéndose ella también. Pensó que si en ese momento hubiera entrado otro hombre en la cabaña le hubiera pedido que le metiera su verga en la boca, para sentirse clavada por todos los lados, ella, que hasta hace nada no sabia lo que era el sexo y ahora seria capaz de hacerlo con tres hombres a la vez. La cabaña estaba inundada, del rumor de los jadeos y del chapoteo de dos vergas dentro de ella, el cielo parecía a punto de romperse, en mil truenos y la lluvia empapaba la casa igual que ellos e empapaban en sus flujos. El ritmo cada vez era mas acelerado, de los tres, y los gritos y gemidos de los tres también. Iba a tocar el cielo, lo notaba, llegaba el momento, y siguió frotando su clítoris con su mano entre el cuerpo de Pablo y el suyo mientras el otro le trabajaba su culo. Unos embistes mas y se puso a gritar, de gusto, notaba como un orgasmo la inundaba y ellos al oírlo aun apretaron mas fuerte y gritaron también, acompañándola en ese viaje al paraíso.  Continuaron moviéndose, los tres, hasta saber que todo estaba dentro de ella, recuperando la respiración. El visitante inesperado salió de su culo y Esperanza se dejo caer sobre el pecho de Pablo, cerro los ojos, recuperando la cordura. Mientras notaba como su sexo y su culo devolvían la leche de los pastores y la notaba mojando sus muslos.

Cuando volvió a abrir sus ojos había dejado de llover, el visitante inesperado no estaba ya en la cabaña y Esperanza se levanto, con cuidado, dejando a Pablo dormido sobre la manta frente al fuego, se vistió sin hacer ruido, cojio su mochila y salió de la cabaña.

A fuera había refrescado pero el cielo había clareado y aun quedaba algo de luz que debía aprovechar para llegar al convento. Camino rápido, recuperándose aun de lo vivido minutos antes y sin darse cuenta levanto la mirada y vio a poco metros el convento. La vuelta se le había hecho muy corta, absorta en sus pensamientos. Llego a la vieja puerta, la abrió y entro. Las hermanas salieron a buscarla al pequeño recibidor, abrazandola y diciéndole que habían estado preocupadas de que se hubiera perdido en la tormenta, le preguntaron si estaba bien, y ella, con una sonrisa en sus labios, y recordando lo vivido les contesto – estoy como nunca – 

Le dijeron que se aseara y que la esperaban a cenar y asi lo hizo, se cambio de ropa y bajo a cenar. Al quitarse las bragas las vio manchadas de su flujo y eso le hizo tener un escalofrio de placer.

Bajo a cenar y después de cenar tras estar un rato charlando con las hermanas mas jóvenes y se retiro a su habitación deeandole felices sueños.

Había sido su ultima noche en el convento. Se vistió, con lo que eran sus ropas mas urbanas para su regreso, hizo su pequeña maleta y bajo a las oraciones y a desayunar. Tras el desayuno llego el momento de las despedidas, algunas hermanas quisieron hablar delante de todas, deseándole lo mejor en su regreso a su casa de verdad, y otras le ofrecieron palabras de animo a solas.

Llego el taxi, todas las hermanas salieron a fuera, a despedirla, las beso una por una y la abrazo, en silencio, subió al taxi y bajo su ventanilla, y desde dentro y con lagrimas en los ojos les dijo – gracias – y el coche emprendió su marcha. Volvió su cabeza mientras se alejaba del convento y las vio, saludándole con la mano.

Varias horas después llego a su casa, sola, como había pedido a sus padres al anunciarle su regreso, el taxi la dejo en la parada de autocares y de allí siguiente parada su ciudad.

Al bajar del autocar camino hasta su barrio, quería volver a verlo todo como si fuera la primera vez, de hecho sentía que aquella era la primera vez para la nueva Esperanza.

A punto de llegar a casa paso por una plaza, sin darse cuenta hasta que era demasiado tarde de que en unos de los bancos habían varios chicos y chicas de su clase en el instituto. Demasiado tarde para volverse atrás. Siguió caminando, y cuando paso por su lado noto que se hizo el silencio. Estaba llegando a la otra esquina cuando uno de los chicos la alcanzo, corriendo y le dijo – solo quiero que sepas que lo siento, de veras, lo siento, estamos todos avergonzados de lo que paso, solo queremos que sepas que si necesitas algo haremos lo que sea por ti – y Esperanza, sonrio y le dijo, -- no pasa nada, estoy bien ya, tal vez soy alguien que ya no conoceis vosotros – y siguió caminando.

Llego a su casa, la esperaban, la abrazaron con lagrimas, pero le dejaron respirar, sin agobiarla, la dejaron que se instalara, en su habitación. Salió a la hora de cenar, y fue una cena especial, sus padres la notaban cambiada, a mejor, ella parecía otra persona, y parecía feliz.

Pasados unos días les dijo a sus padres que estaba bien, que no debían preocuparse ya por ella, no volveria a pasar nada de lo que había pasado, sabia como afrontar la vida ahora, había tenido tiempo para pensar y aprender de todo.

Dia a dia, semana a semana, todo volvió a la normalidad. Recibió noticias del convento con alegría, una carta de las hermanas mas jóvenes, en la que le contaban que el capellán había dejado los habitos y había reemprendido sus estudios de magisterio, quería ser profesor, y eso le hizo sonreir, pensando que tal vez ella también había influido en la vida de otros con lo que paso entre ellos.

Esperanza decidió estudiar filosofía, ya que le gustaba pensar, y darle vueltas a todo desde su estancia en el convento, y lo compagina con su otra afición de siempre, escribir, su vida, sus pensamientos, y la vida y pensamientos de otros

 

             15 de enero de 2013- Esperanza.

 

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