Son las 6 de la mañana, Sants Estació. Cola para bajar al andén del
AVE.
Delante tuyo una ejecutiva más estresada que
agresiva rebusca en el bolso, en la
agenda, en el maletín del portátil….¿dónde está el billete???!!!
Todo el contenido de la agenda
cae por el suelo. La ayudas a recogerlo.
Cruce de miradas. Interesante para ser madurita. Buen escote. Se da cuenta de
donde miras y se ruboriza.
Finalmente aparece el billete, se
lo validan, y baja las escaleras.
Al dar un paso adelante, tu pie pisa algo
redondo. Te agachas. Una bonita y cara pluma. Se le habrá caído de la agenda,
piensas.
Empiezas a bajar las escaleras y
ves que entra en uno de los vagones de Turista. Tú vas en Primera. Ocupas tu asiento y piensas que en un ratito
harás una excursión para devolverle la pluma a su propietaria. Pero más tarde;
ahora necesitas 20 minutos de cabezadita.
No sabes cuánto tiempo ha pasado, pero un
ruido te despierta. La puerta del vagón
se cierra tras el traje chaqueta de la dueña de la pluma. Debe ir a tomar un café, piensas.
Te arreglas el pelo y sales tras
ella con la pluma en el bolsillo interior de la americana.
Llegas a la cafetería, pero no la
ves; gomina y corbatas, pero ni rastro de aquel escote.
Te das la vuelta y vuelves hacia tu vagón. Y al pasar por delante d la puerta del aseo, ésta
se abre de golpe. Y te encuentras de cara
con ella. De nuevo se ruboriza.
- Hola, consigues articular.
- Hola, dice ella.
- Creo que esto es tuyo, le dices, enseñándole
la pluma.
No puede evitar poner cara de
sorpresa y rebusca de nuevo en el bolso, que vierte su contenido de nuevo al
suelo.
Estáis justo en la puerta del aseo. Un
movimiento del tren te empuja sobre ella, y entráis en el amplio aseo de
minusválidos, y la puerta se cierra a tu espalda. Los dos os agacháis a recoger el contenido del
bolso.
Estáis cerca. Hueles su perfume, suave pero
sensual. Ella percibe tu colonia
marinera, y te pregunta:
-
¿Qué colonia usas, que huele tan bien?
A lo que respondes:
-
Aqua di Gio, marina y fresca...
-
Me encanta,
dice ella. Además, coge unos toques muy sensuales en ti, añade.
-
¿En mi?, preguntas.
-
Sí, dice ella. Cada cuerpo modifica el olor de
la colonia y el perfume y los hace suyos.
Otro movimiento brusco y caes
sobre ella, que no puede evitar notar sobre sus muslos la erección que está
emergiendo bajo tus pantalones, y que va in crescendo al percibir de nuevo su
perfume y su proximidad.
Tu pecho sobre el suyo, que se mueve deprisa…
vuestra respiración va acelerándose.
Te pones en pie y la ayudas a incorporarse,
tirando de ella. No podéis dejar de miraros a los ojos. Vuestras miradas dicen
mucho.
La tienes de la mano, das un paso
atrás y el tren traquetea de nuevo. Te lanza hacia atrás, chocas contra la
pared, y ella se abalanza sobre ti, y no lo puedes evitar….
La besas, suave, tierno. Ella te lo devuelve con un mordisquito.
Te pones a mil. De un manotazo
pones el cierre de la puerta.
La levantas y la llevas hasta la pica. La sientas y le
quitas la chaqueta.
La camiseta escotada no puede
esconder sus pezones erectos. La retiras con un dedo y lames uno de ellos. Ella
se estremece y tira de tu pelo. Repites la operación con el otro, y esta vez te
reclama la boca.
Besos húmedos, con sabor a café.
Mordiscos en el labio que te ponen a mil.
La bajas de la pica y le das la vuelta. Desabrochas
el botón de sus pantalones y tus dedos se abren paso entre un minúsculo tanga de
blonda, que te deja acceder fácilmente a su sexo mojado. Se estremece de nuevo
al sentirte y sus piernas atrapan tu mano, pidiendo más.
Tus dedos buscan su clítoris, que se hincha
con tu contacto. Tu dedo corazón se introduce casi sin querer en su húmeda
cavidad. No puede evitar un gemido de placer.
Ella nota tu erección contra su culo, y con
las manos busca a tientas desabrocharte el cinturón y los pantalones, que caen al suelo. Le bajas los suyos y el tanga con una mano,
mientras con la otra liberas tu polla. Le abres las piernas con las tuyas y la
embistes por detrás, llenando su coño da una sola vez.
La sientes, caliente, mojada, a punto de
correrse.
Y tú no podrás aguantar mucho.
Ella intenta ahogar sus gemidos y se mueve
contigo, aceptando tus envestidas, sincronizándose con ellas.
Hasta que explotáis, los dos.
Ha sido, rápido, inesperado, sorprendente; no
te había pasado antes.
Os tomáis un minuto para
respirar, os recomponéis.
Ella se lava la cara, se arregla
el pelo.
Recogéis todo lo que cayó del
bolso.
Te da un beso en la mejilla, y se
va con un "Gracias, Sr. Aqua di Gio".
Te quedas un minuto más, te
refrescas también, y vuelves de nuevo a tu asiento.
Al quitarte la americana, notas algo en el bolsillo…..su
pluma, con su tarjeta de visita
No hay comentarios:
Publicar un comentario